El demonio de las 12

 El pastor estaba arreglando unos papeles cuando entró la hermana Merari. 


—Dios le bendiga hermana. Dígame cómo le puedo ayudar.—Señaló hacia la silla enfrente al escritorio para que se sentara.


—Pastor mi hermana tiene una hija que le pasa algo raro. Yo creo que está endemoniada. Me gustaría que usted fuera a verla y orara por ella porque de verdad que la situación nos tiene a todos preocupados. 


El pastor se mostró interesado.— Deme detalles hermana. 


—Pues a la muchacha a veces le da con ponerse violenta. Se pone a romper cosas y el papá la aguanta pero pasa trabajo. Una vez le dió un empujón que lo tiró como cuatro pies pa’ atras. Él es un hombre grande. A veces le da con golpear las paredes o golpearse ella misma. Otra veces le da con ponerse a dormir y no se levanta hasta varias horas después. Esas veces todos están tranquilos. Pero cuando se pone violenta es cuando más sufrimos todos. Yo vivo al lado y es triste. 


—¿Esto pasa todos los días? 


—No pastor. Es a veces. Sabemos cuando va a pasar porque el brazo se le empieza a mover solo.


—¿Cual brazo? 


—El derecho. Y cuando empieza a hacer esos movimientos lo que sigue es un arranque de furia o un sueño profundo. 


—¿Cuánto le dura esto? 


—Cuando se duerme se queda varias horas así. Cuando le da la rabia puede durar entre par de minutos a una hora. 


—¿Nunca dura más de una hora? 


—Una hora más o menos. No pasa de eso. 


—¿Y cuando se pone así, rabiosa, dice algo?


—No. Solo hace ruidos como si estuviera pujando o haciendo fuerza pero no dice nada. A veces es como si estuviera gruñendo.  


—¿Cuántas veces pasa esto? 


—A veces una o dos veces por semana. Algunas semanas no pasa nada y siempre pasa a las 12 del mediodía. 


—¿A las doce del mediodía exactamente? 


—Si a esa hora todos nos ponemos ansiosos aunque no pase nada porque siempre es a esa hora. 


—¿La llevaron a un doctor o psiquiatra? 


—Si. Pero no le encuentran nada. 


El pastor se reclinó en la silla. 


— Dígale a su hermana que voy a ir para allá él sábado pero no le digan nada a la niña. 


—Está bien pastor. Gracias. 


Esa noche el pastor Carlos se puso a orar. Al otro día se metió en un ayuno hasta el miércoles que entregó con una sopa de pollo que le hizo su esposa. Fue una semana normal. El miércoles hizo el estudio bíblico, el jueves culto de damas, el viernes culto de jóvenes. La noche del viernes se sentía ansioso y se puso a orar. Estuvo hasta las tres de la mañana orando y sudaba con ansiedad. Hacía tiempo que no se sentía así de nervioso. La última vez que tuvo que ministrar a un endemoniado fue años atrás. 


La mañana del sábado se montó en su guagua y guió hasta la casa de la hermana Merari. Eran las 11:40. La hermana Merari lo recibió en la entrada. Su esposo estaba junto a ella. 


—Dios le bendiga pastor. 


El pastor la saludo y luego a su esposo. La hermana Merari le señaló la casa del lado, era la casa de su hermana. Caminaron hacia allí. 


Eran las 11:45 cuando comenzaron a entrar por el balcón. En la puerta los esperaba Maité, la hermana de Merari y su esposo que se veía un poco nervioso. 


—Dios les bendiga. —dijo el pastor. 


—Amén.—Contestaron al unísono. 


—Su hermana me contó sobre la situación con la niña. Vengo a ver como puedo ayudar. Quiero saber que otros detalles me pueden brindar. 


Le contaron prácticamente todo lo que le dijo la Hermana Merari. 


—¿Y dónde está la niña? — preguntó el pastor.


—Hace rato que está encerrada en el cuarto.— Respondió la mamá. 


El reloj marcaba las 11:57 y se sentía una tensión en el aire bien pesada. 


Caminaron hacia el cuarto de la niña. Eran las 11:59. Justo cuando dieron las 12 mientras abrían la puerta vieron el brazo derecho de la niña moviéndose y luego vieron cómo se desplomaba en la cama quedándose automáticamente dormida. No se movía. Estaba estática. Se veía el pecho moverse cuando respiraba pero el resto del cuerpo estaba inerte. 


El pastor se quedó mirando un rato y vio un reloj en el cuarto. 


—Quiten ese reloj de ahí. Y me dicen la próxima vez que vuelva a tener un episodio. 


¿Pero no va a orar por ella?—Preguntó Merilis. 


—Está dormida y si la despierto podría hacerle daño. Tuve un caso similar hace varios años atrás y a algunos demonios es mejor confrontarlos cuando están activos no cuando están pasivos. 


Llegaron a la sala y el pastor dijo— Ese reloj grande de la sala quitenlo. Remuevan todos los relojes visibles. Solo usen relojes de mano. Si la niña algún día les pregunta la hora díganle una hora adelantada a la que están viendo pero si con las 12 no le digan que son las doce. 


Todos se miraban extrañados pero asintieron. Luego de eso el pastor hizo una oración en voz baja con todos y se fue ungiendo el marco de la puerta con aceite antes de irse. 


El martes durante el culto de la noche el pastor le preguntó a la hermana Merari si había ocurrido algo con la niña. Nada desde el domingo. 


Pasaron los días y el pastor siempre preguntaba a la hermana Merari si había pasado algo con la niña. Nada pasaba.


Luego de 2 semanas el pastor le dice a Merari—Voy a ir este sábado a la casa a orar por la niña pongan todos los relojes de vuelta el sábado pero no le avisen a la niña que voy a estar allá. 


Llegó el sábado el pastor Carlos estaba listo para ir a la casa. Esperó hasta las 11:00 para salir. Se quedó esperando en la casa de Merari. 


El pastor habló bajo—Vamos a esperar hasta las 12:00 tan pronto pasen las 12 Yo voy a entrar a la casa.


Tan pronto dieron las 12 comenzaron a escucharse ruidos, gritos y cosas cayendo. Merari comenzó a orar asustada. El pastor se quedó escuchando atento a los ruidos. El pastor se paró y comenzó a caminar en dirección a la casa lentamente. Algunos vecinos estaban mirando cuándo comenzó a entrar a la casa. Los gritos y los ruidos se hicieron peores. Fue moviéndose lentamente hasta el cuarto y allí estaba la niña toda roja con los dedos de las manos curvados como si estuviera sacando algo en el aire. El papá estaba tratando de aguantarla y recibió un par de arañazos.


La niña de repente fijó los ojos en el pastor. Tenía una mirada feroz y con odio le dijo —¿Que vienes hacer aquí?


El pastor levantó la mano y preguntó— ¿Quién eres y por qué poseiste a esta niña? 


La niña comenzó a reírse descontroladamente con una carcajada qué asustaba. 


—Vuelvo y te pregunto. ¿Quién eres y porque estás en esta niña?


La niña comenzó a vomitar en el suelo. El papá ,que la había soltado, estaba llorando y la mamá estaba llorando detrás del pastor. La hermana Merari asustada en el pasillo no sabía que hacer así que se puso a orar pidiéndole a Dios que hiciera algo. 


—¡En el nombre de Jesús! ¿Quién eres y porque estás en esta niña?


En ese momento la niña dejó de convulsionar gritar y tratar de zafarse de la brazos de su papá y se quedó quieta y cabizbaja. Un silencio aterrador se apoderó de todos en el lugar. 


—¡Me llamo Ediitro! Reclamo el cuerpo de esta niña porque me pertenece.


Todos se dieron cuenta que la voz que salía no era la de una niña sino la de una mujer.


El Pastor Carlos dirigió su mano hacia la dirección de la niña y dijo— Ediitro esta niña no te pertenece. ¡En el nombre de Jesús, sal fuera de ella!


—No me voy, tengo todo el derecho a estar aquí ella misma me invitó. Este cuerpo me pertenece. 


Entonces miró al pastor y comenzó a escupir en su dirección. 


—Esto va a durar un rato. — Dijo el pastor. —Tráiganme un vaso de agua.


Merari trajo el vaso de agua. El pastor se bebió la mitad y la otra mitad se la tiró en la cara a la niña. El papá se echó a llorar.


—Parense detrás de mí.


La niña comenzó a revolcarse en la cama. Corría hacía el pastor pero se detenía justo frente de él como si chocara con algo. Trataba de ir alrededor pero no podía pasar. Su movimiento estaba limitado. No podía pasar más allá de donde estaba el pastor. 



—¡Ediitro! En el nombre de Jesús SAL DE ESTA NIÑA.


—Esta niña es mía desde que jugó Ouija con la prima. 


Al oír eso Merari se preguntó si hablaba de su hija o de la hija de su hermano. La más cercana que vivía era ella así que tuvo que ser con su hija.


El pastor miró para atrás y le dijo a Merari: —Hermana saque el anatema de su casa. 


Merari salió corriendo. 


—Esta niña es mía desde que el papá…


—¡SAL FUERA EN EL NOMBRE DE JESÚS!


—Esta niña es mía desde que su mamá…


—¡Sal fuera en el nombre de Jesús!


El Pastor Carlos no iba a dejar hablar al demonio. Sabía que usaban esa táctica para alargar el tiempo. 


—¡En el nombre de Jesús, SAL FUERA ERIITRO!


La niña comenzó a sacudirse con violencia. Se tiró al piso y comenzó a rodar de un lado a otro. Se paró como si estuviera flotando y saltó hacia la pared en dónde se impulsó y salió como volando en dirección al pastor. Nuevamente chocó contra algo invisible. Cayó al piso y se quedó quieta por varios minutos. 


La mamá y el papá estaban llorando detrás del pastor. 


El pastor se mantuvo todo el tiempo en el mismo lugar y movió la mano para señalar a la niña. 


—Levántate.


La niña se puso de pie. Estaba toda despeinada. Se veía desorientada como quién se acaba de despertar. 


—Mami. Papi. — Habló con su voz y comenzó a llorar. Corrió hacia su papá y lo abrazó. Los tres estaban llorando detrás del pastor.


El Pastor Carlos caminó hasta el borde de la cama y se sentó casi colapsado. Se veía como si hubiera corrido un maratón. La camisa sudada en la espalda y la frente chorreando sudor. 


Salieron del cuarto a la sala. La niña estaba tranquila y abrazaba a su papá. Se sentaron y no hablaban, solo intercambiaban sonrisas. Le dieron un café al pastor. 


Merari llegó y se sentó en una silla.— Pastor mi hija me enseñó donde estaba la tabla. La piqué y le pegué fuego en el patio. 


—Muy bien. Hay cosas con las que no se debe jugar. Ustedes se preguntarán porque cuando vine al principio no hice nada. La razón es porque cuando llegué, el demonio que había poseído a su hija se escondió. Yo lo podía sentir pero no iba a ser posible sacarlo. Por eso esperé dos semanas. 


—Ese género de demonios se activa con una clave. Algunos se activan con una palabra, pero ese se activaba con una hora, las doce. Probablemente esa fue la hora a la que salió por la tabla. 


—¿A qué hora jugaste con tu prima? 


—Fue un día a las 12.— Dijo la niña. 


—¿Ven? Las tablas uija y otros símbolos son portales por los cuales pasan los demonios a ésta dimensión física. Ellos necesitan alojarse en un huésped. En este caso la niña estaba descuidada y se alojó en ella. 


—Y mi hija pastor?—preguntó Meraris preocupada. 


—En tu casa tu oras y tú esposo también. Los demonios no se meten a ese tipo de hogar. Por eso no se apoderaron de ella. Aquí en cambio ya no van a la iglesia y no oran. ¿Me equivoco?


—Tiene razón pastor.— Dijo la hermana de Meraris. — Pero vamos a empezar de nuevo y vamos a orar. 


El papá asintió. 


—Pues hoy ha llegado la salvación a esta casa. Los espero el domingo. Dios los bendiga. 


El pastor se puso de pie y oró con todos allí. Se fue a su casa. Mañana había culto temprano y venía una familia nueva. 




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